Los sombríos páramos de Yorkshire y la magia de Hogwarts
Mi madre, mi hermana; J. K. Rowling y Emily Brontë
¡Feliz Sant Jordi! ¡Feliz día del libro!
Para celebrarlo, no he encontrado nada mejor que contaros cómo los libros han cambiado mi vida. En especial, quiénes han cambiado mi vida inconscientemente, casi sin pretenderlo. Para ello, quiero hablaros de mis madres literarias, porque sí, en las generaciones anteriormente a la mía, siempre se ha tenido un padre literario, aquel que te influía en tu propia lectura a lo largo del tiempo, pero orgulloso, puedo decir que yo tuve una madre.
Y todo comenzó con la mía propia: un día, vino y me trajo un libro, un libro que me ha marcado en lo más profundo de mi ser a lo largo de toda mi vida. Como el de mucha gente de mi edad, y un poco mayores, este libro fue Harry Potter y la piedra filosofal. Por supuesto, este libro llegó a mis manos después de ver la adaptación cinematográfica que tanto me gustó. Sin embargo, jamás llegó a fascinarme tanto como el mundo en el que J. K. Rowling me introducía; no descubrí que era una autora, y no un autor, hasta años después, lo que dice mucho de la sociedad en la que nos ha tocado vivir (y por eso, tenemos que cambiarla).
Esta fue la primera novela que me compró mi madre y la primera novela que leí. Después, llegarían muchas otras. Siempre me movía en el mundo de las sagas, descubriendo nuevas, encantándome poco a poco. Por citar algunas, Cazadores de sombras o la saga Medianoche. La primera de Cassandra Clare y la segunda de Claudia Gray. Sí, siempre me he movido, por gusto, entre autoras.
Sin embargo, aunque Harry Potter y la piedra filosofal marcara mi vida personal, no fue el libro que marcó mi vida profesional. Para ello, tengo que remontarme a 2008, cuando tendría 13 añitos. Mi hermana, tras ver la adaptación cinematográfica, se compró la saga Crepúsculo de Stephanie Meyer. Cuando terminaba un libro, me lo dejaba leer a mí. Yo, ávido, los devoraba.
Luna llena. En Luna llena, Bella Swan leía el libro que cambiaría mi concepción de la literatura a mi corta edad: Cumbres borrascosas, de Emily Brontë. Se me ocurrió comentárselo a mi madre, quien casualmente, vio una edición bastante barata, la de Alianza Editorial. Me la compró y entonces, probé por primera vez algo de la literatura clásica por gusto.
Estudio un Doble Grado en Estudios Ingleses y Filología Hispánica; siempre me había encantado la literatura, la sintaxis y la historia, pero el motivo por el que no sabía si decirme entre Hispánicas o Inglesas (y por suerte, un año antes de mi aventura universitaria se creó el Doble Grado que ya estoy terminado) era Emily Brontë.
Con esta entrada no quiero solo comentar mi experiencia, sino reivindicar el papel de las autoras en literatura juvenil. Ahora mismo, después de tantas lecturas, pueden gustarme más o menos estas historias que tanto adoraba en mi pre-adolescencia, pero sí sé que fueron estas las que me introdujeron en la lectura y lo agradezco, lo agradezco muchísimo. No sé qué sería de mi vida si mi madre y mi hermana no me hubieran puesto en las manos esos libros.
De nuevo, ¡feliz Sant Jordi! Comprad un libro, leed a una autora, agradeced a una madre, porque os aseguro que no sabéis qué os deparará la vida si le dais una oportunidad a ese libro que jamás hubiera pensado leer si no hubiera llegado a ti.
Faaaaan de que gracias a la mierda de crepúsculo descubrieras cumbres borrascosas.
ResponderEliminarSiempre hay que buscarle algo positivo a todas las lecturas, ¿no crees? Jajajaja
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